Para entrar en el mundo de los negocios, no hay edad.
Para entrar en el mundo de los negocios, no hay edad.

Fecha de publicación: 14-08-2018
Mi nombre es Diana Muela, el nombre de mi esposo es Enrique Quintuña y juntos tenemos una pequeña de 6 años, mi Melani.
Soy dueña de un almacén de ropa y una mueblería, comencé mi negocio a los 17 años, ahora tengo 26 y una fábrica en la que me hago “ochos” para sacar todas las obras que me piden día a día. Mi trabajo es movido, mi teléfono y un cuadernito que siempre me acompaña, son mis mejores herramientas a la hora de hacer negocios.
El almacén de ropa es muy importante para mi porque aprendí el negocio de mi madre. Desde pequeña, ella me mandaba a pagar y cobrar en Sangolquí mientras mi papá viajaba a Santo Domingo a vender papas, zanahorias y habas, que nosotros le ayudábamos a enfundar. Así desde chiquita empecé a ganarme mi platita y entender los negocios.
Con ayuda del Solidario pude impulsar mi negocio, en unas fiestas de Machachi, cuando todos querían ropa nueva, me puse pilas y con su ayuda pude comprar todo lo que necesitaba para hacer mi “agosto” y crecer.
El Solidario me trajo mucha suerte, la rapidez con la que me ayudaron fue la clave para tener lo que hoy tengo.
Creo firmemente que la clave para el éxito es pensar siempre positivo, estar atento a las puertas que se abren el camino y nunca olvidarte de lo más importante, la familia.
RegresarMi ilusión siempre fue cuidar a mi familia
Mi ilusión siempre fue cuidar a mi familia

Fecha de publicación: 13-08-2018
Mi nombre es Jorge Riquelme, soy de Catacocha, de la provincia de Loja.
Fue en el año de 1997, cuando aún era soltero, que vine por primera vez a Quito. Después de un tiempo de andar lejos de mi ciudad, regresé, me casé y formé un hogar.
La capital me gustó tanto que volví al poco tiempo con mi familia. Mis hermanos que ya vivían allá me recibieron y me dieron una mano para establecerme.
Al principio fue duro, mi primer trabajo en la capital fue como guardia de seguridad, tenía que trabajar en turnos de 12 horas y a veces hasta de 24. El trabajo era agotador, pero nada importaba porque mi ilusión siempre fue cuidar a mi familia.
Después de un tiempo, cuando mi primera hija ya estaba más grande, mi esposa empezó a trabajar para darme una mano. Me cambié de trabajo y empecé junto con ella en otra empresa en el área de limpieza. Ya entre los dos pudimos ganar más platita y arrendar un lindo departamento para nuestra familia.
Poco a poco fuimos haciendo nuestro dinerito, la familia creció y llegó un nuevo hijo. Ya éramos más en la casa entonces las necesidades también crecieron, por eso me tocó cambiar de trabajo una vez más y me convertí en estibador en el antiguo aeropuerto.
Con el pasar del tiempo tuve que dejar el trabajo porque estaba lesionándome la espalda de tanto cargar maletas. Mi hija mayor para ese entonces ya estaba involucrada en el mundo de los comerciantes junto con su esposo. Ellos tenían un local en uno de los centros comerciales que construyó el municipio. Viendo su ejemplo, me aventuré y decidí ponerme el mío propio.
Un día conocí al Solidario y con su ayuda por fin pude tener algo propio y comprar mi local dentro del centro comercial. Desde entonces, ellos se han convertido en mi mejor aliado.
Ahora en mi local vendo todo tipo de ropa, me gusta ir directamente a las fábricas para poder ofrecerle a mis clientes mejor producto, más variedad y mejor precio.
RegresarSolo luchando con optimismo se puede salir adelante
Solo luchando con optimismo se puede salir adelante

Fecha de publicación: 12-08-2018
Soy Miguel Jinde, nací en la parroquia de Santa Rosa en la provincia de Cotopaxi. Soy artesano del calzado desde los 14 años y ahora un exitoso comerciante.
Desde muy pequeño, mi madre me dijo que tenía que estudiar, superarme y sobre todo aprender un oficio para poder salir adelante. Yo vivía en el campo junto con mi familia, cuando terminé la primaria empecé a ir a un taller de calzado que había a 10 kilómetros de mi casa hasta entender como hacerlos, convertirme en maestro y ganar mi propio dinero.
Antes de ser mayor de edad ya dominaba mi oficio, pero quería seguir estudiando, mis padres no tenían los recursos necesarios, así que me fui a la ciudad de Guayaquil a buscar más oportunidades, trabajaba todo el día y entré a estudiar en las noches para graduarme como técnico en electrónica.
Después de un tiempo regresé a Ambato, me gradué como bachiller en ciencias sociales y me aventuré a viajar a Quito para estudiar derecho en la universidad.
Al principio me dediqué a vender guaipes y vender libros para poder pagar mis estudios, pero debido a la necesidad tuve que dejarlos y como dicen por ahí: “zapatero a tu zapato”, regresé a mi primer oficio y me dediqué por completo.
Empecé trabajando como obrero en una fábrica de calzado. Al principio no me entregaron la confianza por ser muy joven pero a poco me la gané y me convertí en vendedor. Trabajé desde las 2 de la mañana hasta las 11 de la mañana durante algún tiempo y me terminé convirtiéndome en su vendedor favorito.
Con el pasar del tiempo comencé a trabajar por mi cuenta con un puesto de venta en el antiguo Ipiales. Poco a poco me destaqué hasta ser uno de los líderes del sector, incluso formé organizaciones sociales para ayudar a las personas que necesitan tanto apoyo como el que yo necesité algún día.
Como todo comerciante necesitaba dinero para crecer el negocio pero nadie me quería prestar, solo los chulqueros, por suerte toqué las puertas del Solidario.
Ellos fueron los únicos que confiaron en nosotros, los comerciantes minoristas. Durante años nos han financiado para adquirir mercadería, una casita para nuestras familias y locales para nuestros negocios.
Ahora toda la familia hace parte del negocio, mi esposa me ayuda en cada paso que doy, mis hijos desde muy pequeños se hicieron expertos vendedores y hoy por hoy ya se están graduando.
Después de años en este negocio, sé que todo lo que tengo y he vivido, es gracias a la constancia, el esfuerzo y el trabajo.
RegresarSolidario dona filtros para purificar el agua en los albergues
Solidario dona filtros para purificar el agua en los albergues
Fecha de publicación: 11-08-2018
Han pasado más de 100 días del terremoto y muchas personas siguen acampando en la incomodidad e inseguridad de estos albergues temporales.
Entre otras acciones, el Solidario decidió apoyar con lo que consideró vital para la vida: el agua limpia. Entrega filtros purificadores de agua y baldes a los albergues y a los clientes más afectados por el terremoto. Son producidos por la iniciativa Waves for Water (W4W), y pueden proveer agua pura por 5 años para 100 personas. Con buen mantenimiento llegan a purificar hasta 4 millones de litros de agua.
La líder de Parque Cayambe es Carmen Sáenz, quien recibió los baldes y los filtros de purificación de agua, y los asignó a distintas áreas de este albergue de 80 familias.
En Los Tamarindos, un albergue privado, el orden y la cooperación son su característica. Allí viven 180 familias que debieron evacuar los edificios donde tenían sus departamentos y se instalaron en el parque de enfrente. Uno de sus coordinadores, John Intriago, señala: “Lo que hace el Solidario es magnífico, es lo que necesitamos porque hay una epidemia y no sabemos que es. Tiene origen en la mala calidad del agua que tomamos”.
El proyecto W4W nació en Sumatra, donde el estadounidense Jon Rose buscaba buenas olas para surfear. Entonces hubo un terremoto y la ciudad de Padang fue destruida. Él comprobó que el mayor problema en esa tragedia era la falta de agua para beber. Entregó 10 filtros de agua y fue la primera misión de W4W. En la actualidad trabaja por todo el mundo y tiene cientos de socios estratégicos y miembros aportantes.
Ocho albergues más recibieron de manos de los asesores voluntarios del Solidario estos implementos de última tecnología.
Catherine Guillén de Los Tamarindos quien está embarazada, teme dar a luz en el albergue. Ella ofreció buscar en el internet sobre W4W y ayudar a mantener limpios los filtros.
Elvia Moreira cuando vio los baldes con su respectivo filtro dijo con una sonrisa: “¿Cuál es el mío? Soy cliente del Solidario y debo recibir uno solo para mí”. La realidad es que cada balde servirá a 25 familias.
Eugenio Pico, un abuelo de 18 nietos mira con interés la instalación del filtro. Comenta que no podía levantarse el rato del terremoto. “Las piernas no me respondían. Luego vinieron a sacarme. Van a demoler mi casa. Aquí estamos tranquilos hasta tener de nuevo nuestra casa.”
“Estar aquí nos ha permitido conocernos entre vecinos, algo que no sucedía antes” –dicen dos vecinas de Portoviejo. Agradecen al Solidario por los filtros que quedan instalados en la cocina del albergue.
La obra concluye por este día. Pronto se entregarán 70 unidades más, y el Solidario podrá decir con convicción que es Guardián del Agua.
RegresarLas empanadas de morocho de la Ulloa
Las empanadas de morocho de la Ulloa

Fecha de publicación: 10-08-2018
Te invitamos a visitar las empanadas de morocho de la Ulloa.
Un lugar lleno de sabor y tradición, atendido por su propietaria, Doña Alicia Quinteros, una mujer luchadora y encantadora que te hace sentir como en casa cuando visitas su local.
Visítalas en La Gasca, en Lizarazu N25-25 y Munive. ¡No te lo puedes perder! (etiqueta del local: https://www.facebook.com/EmpanadasdeMorocho.Ulloa/?fref=ts)
RegresarPara mi, lo primero es el amor a Dios
Para mi, lo primero es el amor a Dios

Fecha de publicación: 09-08-2018
Yo soy de la provincia de Cotopaxi, y vine acá a Quito a los 9 años -un poquito más- porque mi familia no tenía para la comida. Acá vivía donde la familia Jarrín, hasta que me casé y ahí salí, el 30 de diciembre son ya 19 años.
Yo pensaba en tener un montón de hijos, pero solo tuve una, es lo más grande. Yo puse una tienda primero, vendía legumbre, no funcionó; pedí un préstamo, pero después tuve que sacar a un chulquero para poner un local de comida, pero luego igual me quedé sin nada por unos problemas que tuve con el papá de mi hija… quedé en cero, peor que antes.
Lo que me impulsó para seguir adelante fue por mi misma y para mi hija, para demostrarle a ella que uno sí puede avanzar, sin importar lo que pase. Ella estudia en dos lados, en la mañana estudia en la escuela y en la tarde estudia música en el Conservatorio Nacional de Música, ya está 5 años, va para 6, estudia trompeta y como complemento piano y un poquito de contrabajo. También tiene talento para cantar.
Con mucho esfuerzo, ahora tengo un local de comidas. Con los primeros préstamos compré una tele para entretener a los clientes, después me compré un mounstro de cocina de las mismas que usan en los hoteles grandes. Si me endeudé para sacar todas las cositas, es porque después se van pagando solitas.
Lo más lindo es poder ver que mi hija puede hacer muchas cosas que yo no pude hacer, hasta tuve el gusto de llevarla a Suiza una vez. Yo le enseño muchas cosas a ella, para que el día de mañana sea independiente y no tenga que depender de nadie. Que ella se pueda mantener sola, que no sea humillada, que tenga una mejor vida que la mía.
Para que vean, les voy a contar algo tan bonito que me pasó, y como un susto a la vez. A mi me habían detectado cáncer y un día, hace unos dos o tres meses, vinieron tres niños a mi local que estaba llenito. Uno de ellos me dice “solo tenemos $1,50 ¿nos puede acomodar?” fui a la cocina y le dije a Javi -un chico que trabaja ahí- “Javi, póngame bastante comida, son niños” y es que no pude dejar de pensar en mi hija. Y así, se sentaron y comieron los tres. El del medio –era un gatito suco suco- me da el $1,50 y me dice “¿me puede dar más arrocito?” y le dije que claro, fui y le dije a Javi que me ponga un plato sopero de arroz con bastante juguito de pollo, le llevé a los niños y me dieron las gracias. Después, el mediano me cogió la mano, me la sobó y me dijo “dicen que tiene cáncer, pero no tiene, está sanita, Dios le ha curado” y se fue… El día siguiente me fui a Solca, me hice los exámenes y ya no tenía nada, y yo tengo los exámenes donde decía que sí tenía antes.
Para mi, lo primero es el amor a Dios, si uno tiene a Dios, lo tiene todo… a mi hija le enseño que sea justa y luche por seguir siempre adelante.
RegresarSonreir con el alma
Sonreir con el alma

Fecha de publicación: 08-08-2018
Soy Mariela Vaca Bedoya, y escribí esta reseña después de un día de voluntariado con Operación Sonrisa:
SONREÍR CON EL ALMA
El día comenzó un poco frío, pero poco a poco se fue calentando, así que tempranito me preparé de la mejor manera y cargué mi maleta con buenas energías: las necesito hoy –me dije, iré a Operación Sonrisa en el hospital del IESS de Carcelén.
Al llegar encontré doctores apurados, concentrados en su trabajo; mamitas y papitos desvelados evidentemente ansiosos; muchos niños, niñas, bebés; y un numeroso grupo de voluntarios unos más expertos que otros, pero todos con buena predisposición para servir al prójimo.
El tiempo pasa súper rápido para quien ayuda. Me encargué de la preparación de los niños para la operación e informar a los papitos de lo que sucedería en las siguientes horas. Una buena conversación siempre contribuye en la espera, conocer de dónde vienen, la fe que le tienen a esta fundación, como ha cambiado sus vidas. Hay caritas inolvidables como la del inquieto Bryan de cuatro años. Esta era su quinta operación; o la de Kiara de cuatro meses por primera vez en un quirófano. Sin duda mi parte favorita de la mañana fue entretener a los chiquitines mientras esperábamos su turno.
Terminé mi jornada, y no pude irme sin preguntar por los niños que ya entraron, sin el abrazo a las mamitas que conocí y que son un ejemplo de amor y entrega a la causa: “sus hijos”. Me despedí con mi mejor sonrisa.
Gracias por permitirme dibujar esa sonrisa el día de hoy. Invito a cada uno a atreverse a ser voluntario. Existen muchos fines benéficos o altruistas, más sin embargo, qué mayor fin se puede buscar que ese sentimiento gratificante de ver la sonrisa dibujada en la carita de un angelito solo por brindarle unas escasas horas de tu tiempo.
Definitivamente hoy ellos me dieron mucho más de lo entregue yo. ¡Me dieron un momento de felicidad!
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