Para mi, lo primero es el amor a Dios

Fecha de publicación: 09-08-2018

Yo soy de la provincia de Cotopaxi, y vine acá a Quito a los 9 años -un poquito más- porque mi familia no tenía para la comida. Acá vivía donde la familia Jarrín, hasta que me casé y ahí salí, el 30 de diciembre son ya 19 años.

Yo pensaba en tener un montón de hijos, pero solo tuve una, es lo más grande. Yo puse una tienda primero, vendía legumbre, no funcionó; pedí un préstamo, pero después tuve que sacar a un chulquero para poner un local de comida, pero luego igual me quedé sin nada por unos problemas que tuve con el papá de mi hija… quedé en cero, peor que antes.

Lo que me impulsó para seguir adelante fue por mi misma y para mi hija, para demostrarle a ella que uno sí puede avanzar, sin importar lo que pase. Ella estudia en dos lados, en la mañana estudia en la escuela y en la tarde estudia música en el Conservatorio Nacional de Música, ya está 5 años, va para 6, estudia trompeta y como complemento piano y un poquito de contrabajo. También tiene talento para cantar.

Con mucho esfuerzo, ahora tengo un local de comidas. Con los primeros préstamos compré una tele para entretener a los clientes, después me compré un mounstro de cocina de las mismas que usan en los hoteles grandes. Si me endeudé para sacar todas las cositas, es porque después se van pagando solitas.

Lo más lindo es poder ver que mi hija puede hacer muchas cosas que yo no pude hacer, hasta tuve el gusto de llevarla a Suiza una vez. Yo le enseño muchas cosas a ella, para que el día de mañana sea independiente y no tenga que depender de nadie. Que ella se pueda mantener sola, que no sea humillada, que tenga una mejor vida que la mía.

Para que vean, les voy a contar algo tan bonito que me pasó, y como un susto a la vez. A mi me habían detectado cáncer y un día, hace unos dos o tres meses, vinieron tres niños a mi local que estaba llenito. Uno de ellos me dice “solo tenemos $1,50 ¿nos puede acomodar?” fui a la cocina y le dije a Javi -un chico que trabaja ahí- “Javi, póngame bastante comida, son niños” y es que no pude dejar de pensar en mi hija. Y así, se sentaron y comieron los tres. El del medio –era un gatito suco suco- me da el $1,50 y me dice “¿me puede dar más arrocito?” y le dije que claro, fui y le dije a Javi que me ponga un plato sopero de arroz con bastante juguito de pollo, le llevé a los niños y me dieron las gracias. Después, el mediano me cogió la mano, me la sobó y me dijo “dicen que tiene cáncer, pero no tiene, está sanita, Dios le ha curado” y se fue… El día siguiente me fui a Solca, me hice los exámenes y ya no tenía nada, y yo tengo los exámenes donde decía que sí tenía antes.

Para mi, lo primero es el amor a Dios, si uno tiene a Dios, lo tiene todo… a mi hija le enseño que sea justa y luche por seguir siempre adelante.

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