"Yo creo en la gente, me hace feliz ver a un cliente satisfecho"

Fecha de publicación: 01-08-2018

Buenos días, mi nombre es Margarita Vintimilla y hoy les comparto la historia de cómo mi esposo y yo alcanzamos el éxito.

Empezamos vendiendo almuerzos a domicilio para las empresas y les admito que era un trabajo demasiado sacrificado. Como siempre buscábamos la forma de salir adelante, un día nos acercamos al Solidario a pedir un crédito y el asesor que nos atendió nos explicó que teníamos que tener un local propio, pero igual buscó la forma de ayudarnos y me preguntó: “¿no tiene joyas?”… ahí me volvió la esperanza, porque sí tenía unas que me habían regalado mi esposo y mis padres, entonces pensé “más lo que corren peligro en la casa” y saqué un crédito de $500.

Ahí me di cuenta de que el crédito es un amigo, una ayuda, es plata líquida para capital de trabajo.

En el 2000, un familiar cuencano abrió las heladerías Nice Cream en las ciudades donde podía pegar el negocio de helados. Unos años después, iba a cerrar el local de Salinas porque se le hacía difícil manejarlo de lejos, así que yo y mi esposo le propusimos que nos deje un mes a cargo del negocio para hacer la prueba. Le metimos todas las ganas ¡y ya vamos 5 años!

Los mejores clientes son los estudiantes. En Salinas el mercado es pequeño, hay tres heladerías, pero lo bueno es que en temporada llegan unos 150 000 turistas, cuencanos sobre todo.

El mejor consejo que les doy a mis hijos es trabajar en lo que a uno le gusta. Mi hija mayor es arquitecta y los dos menores, Henry y Diana, me ayudan en la heladería cuando no están en el colegio, así aprenden el negocio desde pequeños.

Yo creo en la gente, me hace feliz ver a un cliente satisfecho. En mis momentos libres voy a la peluquería y a hacerme unos masajes.

Mi sueño es que Dios me permita ver a mis nietos grandes.

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